Para entender esta historia mi padre, “El Mago”, era amigo y socio de la familia Endara (Claudio, Rafael y Guillermo) hasta el último día de su vida.

Del Perú llegaron unos caballos que los importó Chopitian. Entre ellos llegó Cherokee, que fue campeón; Chatenain , que era de Daniel Ciniglio, caballo que murió en el viaje y Picudo, ejemplar de gran alzada, blanco, de porte impresionante, propiedad de los Endara. En aquel tiempo los caballos debutaban en la Tercera Serie.
Los dueños de Picudo (Los Endara), a quienes les gustaba jugar, decidieron que el caballo debía bajar de lote y Picudo empezó a no marcar y a bajar de lote, hasta que llegó a la octava serie. Había bajado cinco lotes, estaba robando.
Su jinete habitual era Rubén (Caliche) Vásquez, “El Barbaro del Ritmo”, que dicho sea de paso era gran amigo de mi papá y de los Endara. “Caliche” comentó que cuando el caballo llegara a la novena serie iba ser favoritazo… gran dilema. Los Endara se pusieron de acuerdo con “El Mago” de que la próxima vez que corriera no podía ganar.
Sale inscrito Picudo en la primera carrera del sábado con la monta de “Caliche”, siendo favorito de 1-2 en una milla.
Por aquel tiempo, vivíamos en El Sitio de Juan Díaz. Con nosotros Hermino Degracia, quien era jinete y a quien ”El Mago” consideraba como un hijo. Ese sábado nos levanta ”El Mago”a las 3.30 de la madrugada y nos dice que nos preparáramos, porque íbamos a trabajar a Picudo una milla a todo “fourlong”. Ni el groom del caballo se dio cuenta del ejercicio matutino que hizo el caballo.
Ya en el paddock, las instrucciones eran claras: Picudo no debía ganar. Ya todos listos, Picudo era el favorito. ¡Arrancan! Caliche sacó los pies de los estribos y corrió por la baranda de afuera.
No me lo van a creer, pero Picudo ganó por más de 25 largos y ese día aprendimos que hacer trampa no sirve.
¡El crimen no paga!