En los tiempos que mi padre trabajaba en los casinos nacionales, él había comprado un caballo llamado Kingston que había sido importado por los Orrillac (Ruben Orillac Alfaro, mi padre, y Gilberto Orillac Alfaro, mi tio.). Este caballo había corrido en dos ocasiones y en ambas había pasado la línea de meta en el primer lugar.

En aquellos tiempos tener un caballo que fuera de invicto era muy prometedor y todos en la familia guardábamos la esperanza de que podíamos tener al futuro crack de la pista.
Una noche regresó “El Mago” de su trabajo con la noticia que Álvaro Cabal y Bolo Espinoza quienes estaban involucrados en la construcción del hospital Gorgas, le habían pagado la suma de 8,000 dólares por Kingston. Nosotros escuchábamos la noticia mientras se la contaba doña Eleida, mi madre.
En aquel tiempo 8,000 dólares era una suma de dinero cuantiosa, pero a mi hermano Lulín y a mí no nos interesaba eso y le formamos un tamborito, porque no queríamos que vendieran a Kingston
Este caballo estaba inscrito para corren en un clásico y era favorito.
Bueno, para no hacer la historia más larga, a la mañana siguiente mi padre fue y devolvió el cheque a los empresarios que deseaban comprar el caballo. A los días Kingston durante un galope, se estrelló con una yegua de nombre Guadalupana, de propiedad del dueño de Radio Mía, el señor “Monchi” Pereira, de este accidente Kingston no se recuperó. La paleta se le seco y nunca más volvió hacer lo que era.
Moraleja, Vende y luego arrepiéntete. Yo personalmente nunca le volví a decir a mi padre que no vendiera un caballo. En la hípica las oportunidades van y vienen, pero es mejor pájaro en mano que cien volando. Esta es la historia de Kingston.
6 comentarios
Excelente Andy comparto tu opinion mas vale pajaro en manos que cien volando.
Gracias por el comentario.
Orillac. Los Orillac eran Ruben Orillac Alfaro, mi padre, y Gilberto Orillac Alfaro, mi tio.
Gracias Dr. por la contribución de su familia a la hipica.
Muy interesante todo scan!!!
Muchas Gracias por tu comentario recordar la historia hipica nos ayuda a que se pierda la memoria de una actividad tan bella como el amor a el hipismo.